lunes, 29 de marzo de 2021

La ciudadanía amurriarra es laica y el Ayuntamiento está obligado a serlo

La ciudadanía amurriarra es laica y el Ayuntamiento está obligado a serlo

Dicen que el Estado español se dio una Constitución en 1978 a la que deben obediencia todos los españoles y los no españoles conquistados también, en la que, entre otras cosas o conceptos y derechos, se recogía que dicho Estado era y es o se declara no confesional.

En su artículo 16, consagra este principio de no confesionalidad o laicidad del Estado español, al expresar que “se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto” y que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”, aunque por la presión de algún arzobispo y de las mentes franquistas de ayer –que todavía hoy existen– se apostilla la coletilla de que “se mantendrán especiales relaciones con la Iglesia católica y demás religiones” pero, en definitiva, eleva a un grado superior a la primera. Algo parecido como decir “hecha la ley, hecha la trampa” pues, además, da preeminencia –citándola expresamente– e incentivando la opción religiosa de la Iglesia católica.

Rémora que, en el día a día, no cesa de martillearnos con la extensión de los sentimientos religiosos (católicos), que son íntimos y particulares –y deben ser libres– de cada uno y cada una de las personas, al común de la sociedad en donde los poderes políticos y judiciales, a la vez, impelan o se dejan llevar para que dichos sentimientos religiosos impregnen socialmente nuestras vidas.

Estos días tenemos entre manos el libro de Víctor Moreno, editado por Pamiela, “Con el palio hemos topado. Tradiciones religiosas y representación política”, que de manera gráfica y clara, nos abre los todavía cerrados ojos ante tanta presencia y omnipresencia de la religión católica en el Estado español que, jugando con los sentimientos religiosos que cada persona individual pueda profesar, influye en la vida política y judicial y, sobre todo y también, social de la sociedad española, antes y aún ahora, proveniente de derivas antiguas y anteriores, y todavía recientes, del nacionalcatolicismo encarnado en el periodo dictatorial franquista.

Libro demoledor y esclarecedor de la situación actual en torno al binomio política-religión o poder civil versus poder religioso que subyace en la sociedad española. A nadie le será indiferente y, de su lectura, saldrá esclarecido de muchas de las situaciones que se viven y rigen la vida estatal española como los nefastos Acuerdos o Concordato, hoy en vigor, con la Santa Sede, firmados en 1953 y readaptados posteriormente en 1979 que marcan la conducta del Estado con relación a la Iglesia Católica, con la financiación de la Iglesia por el mismo o la trampa o engaño de la aportación del 0,7% de nuestra contribución por IRPF. Un libro muy a tener en cuenta.

Ahonda y explica que ser laico no es estar en contra, o ser contrario, de las creencias de los demás, pues en esta vida puedes encontrarte con laicos que sean creyentes, unos, ateos, otros, deístas o agnósticos, los demás, porque, menos los curas, todos somos laicos.

Y, por tanto, la no confesionalidad del Estado o el laicismo del mismo, se mide por el afán de separar la esfera de actuación del poder religioso del poder político o, dicho de otra forma, separar el poder eclesiástico del poder civil.

Desafortunadamente, en el Estado español, las palabras de Jesús de dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César, se convierten en dar a la Iglesia (católica) lo que es de Dios y también lo que es del César. Y se confirma que la mera mención de la Iglesia católica en el articulado, hace que la Constitución española introduzca de manera solapada cierta confesionalidad de la misma.

En nuestro municipio y pueblo de Amurrio, el propio Ayuntamiento colabora no sólo moral sino económicamente con la Iglesia católica. Lo último de lo que tenemos constancia ha sido la contribución para sufragar los costes de la edición de los trípticos anunciadores de la Semana Santa o Aste Saindua de las dos parroquias del pueblo. Tema menor en coste económico, se podrá argüir, pero indicador de la confesionalidad o nula laicidad del consistorio.

 

 

 

      Portada del tríptico del programa religioso de la Semana Santa de Amurrio 2021, para el cual el Ayuntamiento de Amurrio ha contribuido económicamente

 

 

Se aducirá que la mayoría o la mayor parte de los amurriarras profesan, en distintos grados de implicación, la religión católica que, volvemos a recordar, la práctica de la misma sólo es aceptable en la esfera íntima de cada uno de nosotrxs y en los lugares destinados para su culto o cultivo del espíritu, pero que las instituciones municipales se deben a todos los ciudadanxs, tengan estxs cualquier tipo de creencias o sentimiento religioso o creencia cero.

El Ayuntamiento de Amurrio como representación de la gobernabilidad y gobierno de la sociedad civil y aconfesional en el desarrollo y compromiso en el desempeño de la responsabilidad que ejerce, no debe ni debiera dejarse seducir por los sentimientos religiosos que cada cual pueda tener o poseer. En el caso denunciado, no es tanto por el gasto económico de la iniciativa, como de salvaguardar el principio de separación del poder civil del religioso.

El Ayuntamiento de Amurrio, los miembros democráticamente elegidos del mismo, debe profesar una exquisita laicidad en su cometido, independientemente de que cada uno de sus componentes, tenga o profese cualquiera religión de las existentes.

Por desgracia esta separación de ambos poderes, civil y religioso, no parece verse con claridad, pues de lo contrario ningún representante político asistiría a celebraciones u oficios de tipo religioso, sean estos, misas, procesiones, ofrendas o romerías de toda índole.

Así, todavía perduran y se ven imágenes de juramentos de fidelidad en cumplir con el mandato emanado del pueblo ante Dios y ante un crucifijo. Incumpliendo con ello, muchos alcaldes y concejales el artículo de la Constitución española que declara que ninguna confesión tendrá carácter estatal.

Otro tanto, se visualiza con el desarrollo de las fiestas del pueblo de Amurrio, y de la gran mayoría, que se apoya para su celebración en santos o vírgenes –en este caso, también católicos–, tiñendo el poder político civil que el gobierno municipal representa con los resabios religiosos preeminentes, haciendo de monaguillo e, incluso, de sacristán del mismo poder religioso, al que parece deber obediencia. (En el enlace amurriodenuncianuncia.blogspot.com/2013/08/picoteo-por-las-fiestas-de-amurrio-2013, se expone y se hace una breve incursión al respecto de lo dicho de las fiestas patronales).

¿Cuándo nos sacudiremos el manto y saldremos de ese palio religioso que todo lo cubre? Hasta en los íntimos sentimientos, quiere dirigirnos por el camino que la propia institución religiosa ha diseñado para su propio interés, no tanto espiritual como material y económico, primera y última consecuencia de su razón de ser, visto lo visto.

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