El árbol ausente
Parece
que nuestro árbol -nuestro y de todos- que implora, suplica… piedad, ayuda… por
dejarle sólo, sin sus congéneres del otro lado del puente ferroviario, está hoy
alegre… contento.
Eso da a
entender su explosión de flores a lo largo de sus ramas. Sin embargo,
ello es más un espejismo, una prematura llegada de la primavera en pleno
invierno de este mes de febrero que se despide con temperaturas de hasta 25º.
Hoy (27-02-2019) precisamente ha sido ese
día tan veraniego en que nuestro árbol ¡único árbol de Foruen kalea! (calle, antes conocida oficiosamente como “Camino
Negro”) quiere engañarse, creyendo que el invierno se ha ido antes de completar
su ciclo estacional. (Más arriba de la misma, en la otra acera hay seis más pero
sólo se entendía con los del otro lado del puente ferroviario, a los que, en la
cercanía, tenía enfrente).
Pero aún
de la alegría momentánea que quiere demostrarnos con sus destellos florales que
las descapulladas flores se abren a los rayos del sol, no se engaña y sabe que
su vida, la que le queda por vivir, la tiene que pasar y recorrer solo.
En esa
soledad, ya sin sus hermanos del otro lado que tuvieron corta vida en su existir,
que le hace prometerse aguantar, sin que la sensibilidad que se le presupone
haga mella en él y lo derrumbe en una lenta agonía de vivir.