jueves, 29 de noviembre de 2012

La Crisis: Desagradable palabra de seis letras

 La Crisis: Desagradable palabra de seis letras
        Dejo por un momento en suspenso las habituales entradas centradas en Amurrio y alrededores para hacer esta breve incursión sobre un tema que también afecta a los amurriarras y aiararras en general.      
      La crisis, que desagradable palabra que encierra en sus seis letras desasosiego, tristeza, llanto, impotencia, infelicidad y hasta suicidio, es decir, nada positivo para la persona o personas que tienen la desdicha de ser visitadas por ella.
         A diferencia de otros peligros que acechan en la vida diaria, a la crisis se la siente y se la ve. ¡Cómo que se la ve! Unos en sus propias carnes y otros a través de sus vecinos y conciudadanos. No hay día, en que nos acostemos o nos levantemos comprobando los estragos que la misma no ceja de causar en la vida moral y emocional y en la dignidad de la persona, llevándose por delante a las generaciones presentes y futuras que se ven abocadas a mendigar el pan nuestro de cada día. 
      He aquí la rémora paternalista e hipócrita del hacer de la banca y algunas definiciones sencillas de entender el porqué y el cómo la crisis ataca al común de los mortales que sin comerlo ni beberlo nos ha tocado bailar con la más fea, por usar un eufemismo, sangrante en este caso. 
El Banquero
    Una tarde un famoso banquero iba en su limusina (coche de lujo más largo de lo normal) cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo césped. Preocupado, ordenó a su chófer detenerse y bajó a investigar.
Le preguntó a uno de ellos:
      - ¿Por qué están comiéndose el césped?
      - No tenemos dinero para comida -dijo el pobre hombre-. Por eso tenemos que comer césped.
      - Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré -dijo el banquero-.
      - Gracias, pero tengo esposa y dos hijos conmigo. Están allí, debajo de aquel árbol.
      - Que vengan también, -dijo nuevamente el banquero-.
Volviéndose al otro pobre hombre le dijo: usted también puede venir.
El hombre, con voz lastimosa dijo:
      - Pero, señor, yo también tengo esposa y seis hijos conmigo.
      - Pues que vengan también -respondió el banquero-.
Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró al banquero y le dijo:
      - Señor, es usted muy bueno. Muchas gracias por llevarnos a todos.
El banquero le contestó:
     - ¡Hombre, no tenga vergüenza, soy muy feliz de hacerlo! Les va a encantar mi casa... ¡El césped está como de veinte centímetros de alto!
Moraleja:
     Cuando creas que un banquero te está ayudando, piénsalo dos veces.


Publicado en la revista ANGOSTO de noviembre de este año, de los Padres Pasionistas de dicho lugar del Valle de Gobía (Araba/Álava).

DEUDAS y BURROS, 
o Cómo explicar esta crisis
     Se solicitó a un prestigioso asesor financiero que explicara esta crisis de una forma sencilla, para que la gente de a pie entienda sus causas.
Este fue su relato:
Un señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 € por cada burro que le vendieran.
Buena parte de la población le vendió sus animales.
Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 € por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos.
Y a continuación ofreció 300 € y el resto de la gente vendió los últimos burros.
Al ver que no había más animales, ofreció 500 € por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.
Al día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró, a la misma aldea para que ofreciera los burros a 400 € cada uno.
Ante la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus burros a 400 €, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.
Como era de esperar, este ayudante desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.
Consecuencia: 
La aldea quedó llena de burros y endeudados.
Hasta aquí lo que contó el asesor.
 
Veamos lo que pasó después:
Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.
Quienes habían prestado dinero se quejaron al Ayuntamiento diciendo que si no cobraban, se arruinarían y entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo el pueblo.
Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, ya cobrada gran parte del dinero, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.
El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado. Entonces pide dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.
Resultado:
Los listos del principio de este relato muy de actualidad, forrados.
Los prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de gente a la que seguirán cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda.
Mucha gente arruinada y sin burro para toda la vida.
El Ayuntamiento igualmente arruinado.
Resultado final:
Para solucionar todo esto y salvar a todo el pueblo, el Ayuntamiento bajó el sueldo a sus funcionarios.

Publicado en la web del Partido Comunista de Castilla-La Mancha, tras su envío por José María Alfaya, poeta, cantautor y camarada militante comunista de esa región, otrora conocida como Castilla la Nueva, en la España crí(sís)tica.  
Salud camaradas.
La crisis financiera: 
un asunto de borrachos
   Heidi es la propietaria de un bar en Berlín. Como es natural, quiere aumentar las ventas, y decide permitir que sus clientes, la mayoría de los cuales son alcohólicos en paro, beban hoy y paguen otro día. Va anotando en un cuaderno todo lo que consume cada uno de sus clientes. Esta es una manera como otra cualquiera de concederles préstamos.
Nota: Pero en realidad, no le entra en caja ningún dinero físico.
     Muy pronto, gracias al boca a boca, el bar de Heidi se empieza a llenar de más clientes.
     Como éstos no tienen que pagar al instante, Heidi decide aumentar los beneficios subiendo el precio de la cerveza y del vino, que son las bebidas que sus clientes consumen en mayor cantidad. El margen de beneficios aumenta vertiginosamente.
Nota: Pero en realidad, es un margen de beneficios virtual, ficticio; la caja sigue estando vacía de ingresos contantes.
     Un empleado del banco más cercano, muy emprendedor, y que trabaja de director en la sección de servicio al cliente, se da cuenta de que las deudas de los clientes del bar son activos de alto valor, y decide aumentar la cantidad del préstamo a Heidi. El empleado del banco no ve ninguna razón para preocuparse, ya que el préstamo bancario tiene como base para su devolución las deudas de los clientes del bar.
Nota: ¿Vais pillando la dimensión del castillo de naipes?
     En las oficinas del banco los directivos convierten estos activos bancarios en "bebida-bonos", "alco-bonos" y "vomita-bonos" bancarios. Estos bonos pasan a comercializarse y a cambiar de manos en el mercado financiero internacional. Nadie comprende en realidad qué significan los nombres tan raros de esos bonos; tampoco entienden qué garantía tienen, ni siquiera si tienen alguna garantía o no. Pero como los precios siguen subiendo constantemente, el valor de los bonos sube también constantemente.
Nota: El castillo de naipes crece y crece y no para de crecer, pero todo es camelancia; no hay detrás solidez monetaria que lo sustente. Todo son “bonos”, es decir, papelitos que “representan” tener valor siempre y cuando el castillo de naipes se sostenga.
     Sin embargo, aunque los precios siguen subiendo, un día un asesor de riesgos financieros que trabaja en el mismo banco (asesor al que por cierto despiden pronto a causa de su pesimismo) decide que ha llegado el momento de demandar el pago de las deudas de los clientes del bar de Heidi.
      Pero, claro está, no pueden pagar las deudas.
Nota: ¡¡¡Porque siguen sin tener ni un céntimo!!! Han podido beber cada día en el bar porque “se comprometían” a pagar sus deudas, pero el dinero físico no existe.
      Heidi no puede devolver sus préstamos bancarios y entra en bancarrota.
Nota: Y Heidi pierde el bar.
     Los "bebida-bonos" y los "alco-bonos" sufren una caída de un 95% de su valor. Los "vomito-bonos" van ligeramente mejor, ya que sólo caen un 80%.
Las compañías que proveen al bar de Heidi, que le dieron largos plazos para los pagos y que también adquirieron bonos cuando su precio empezó a subir, se encuentran en una situación inédita. El proveedor de vinos entra en bancarrota, y el proveedor de cerveza tiene que vender el negocio a otra compañía de la competencia.
Nota: Porque los proveedores de vinos y cervezas también le fiaban a Heidi, creyendo que estaban seguros de que cobrarían con creces al cabo del tiempo. Como no han podido cobrar dado que el dinero no existe, la deuda de Heidi se los ha comido a ellos.
     El gobierno interviene para salvar al banco, tras conversaciones entre el presidente del gobierno y los líderes de los otros partidos políticos.
    Para poder financiar el rescate del banco, el gobierno introduce un nuevo impuesto muy elevado que pagarán los abstemios.
Nota: Que es lo que de verdad ha pasado. Con los impuestos de los ciudadanos inocentes, los gobiernos han tapado el agujero financiero creado por la estupidez de los bancos.
Copiado de la página web www.elmanifiesto.com
Instantáneas que reflejan la realidad sobre el cabreo que la llamada crisis, auspiciada por los poderes financieros con el inestimable apoyo y connivencia de los políticos, está generando en la calle

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