El banco andarín
Tal día lo ves en animada conversación con un congénere de
los que no se mueven de su sitio, incluso a altas horas de la madrugada, tal
otro en compañía de otro.
Frente a frente, en animada conversación, el último día del
caluroso mes de agosto pasado
Así ha andado durante casi todo el mes de agosto y primeros
días de septiembre hasta que esa “libertad” que disfrutaba y que le era negada
al resto de bancos del parque, ha sido cortada desde el pasado día siete de
este mes, cuando unos fornidos –se supone– trabajadores del ayuntamiento han
dado con él. ¿Habría que decir?: ¡Por fin!
Misma instantánea, días después, pero aquí se le ve que ha
congeniado, produciéndose un movimiento de aproximación hacia su congénere
Debía estar resbaladizo o huidizo el juguetón banco andarín
que no se dejaba coger, ni por esas, para ser trasladado a su lugar de adopción,
pero finalmente no ha podido resistirse y ahí está anclado. Eso sí, luciendo
sus nuevos y relucientes tornillos que son la envidia de sus vecinos más
cercanos.
Hasta de madrugada, a punto de despuntar el día, prosigue con
su conversación
Aquí durante un pequeño desencuentro después de la aproximación de días atrás
Como testimonio de lo dicho es la foto en la que se ve que
al banco andarín le han atornillado al suelo, entre dos de sus hermanos gemelos,
después de su pequeña aventura vivida durante este tiempo. Ahora reposa y se
sumerge en los recuerdos suspirando por los buenos ratos disfrutados.
Lo que la ciudadanía que frecuenta el parque ignora o se
pregunta es si sus ansias de libertad le llevarán algún día a romper o a desasirse
de las cadenas metafóricas con las que el hombre le ha condenado. Al menos él
respira pensando que ese día podría volver.
Las imágenes son fiel reflejo de lo dicho. Le queda la satisfacción
de que lo bailado nadie se lo quita.
Anclado y atornillado en el suelo en el lugar donde estuvo originariamente,
escoltado por dos de sus hermanos gemelos
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