Se ha quedado solo, desnudo de todo
ropaje que le rodeaba y envolvía a los pies de los pies de su pedestal.
Ahora, eso sí, se ha convertido en el
jubilado más contemplativo de todo Amurrio no perdiendo ojo a los operarios que
el Ayuntamiento ha contratado para que adecenten toda la calle Frontón (o ”Pilotaleku”,
en euskara, que era la denominación anterior, al menos en la placa que denominaba la dicha calle) y que de refilón también le
toca a él ver trastocada su tranquila, serena y eterna estancia donde pasan los
días… y las noches, sin inmutarse, haga frío o calor, llueva o salga el sol.
La de amurriarras de ambos géneros que
habrá contabilizado en su día a día.
Su impasible gesto paternalista y
patrimonialista (su nombre presidió cantidad de consejos de administración de
tantas empresas) impregnó las almas de lxs amurriarras de ayer y antes de ayer.
Los mismos que años después de su labor benefactora le agradecieron con este
pedazo de monumento donde Don Juan les y nos contempla desde su alto pedestal.
Ahora con las obras de remodelación del
entorno se habla de cambiarlo,… de sustituirlo.