¡Qué decir de estos dos pobres arbolitos! Mérito tiene el suyo que después de ser plantados junto con otros hermanos en su tierna infancia han sabido…, han podido sobrevivir a las ofensas, ataques y agresiones que el llamado ser humano como tal ser inhumano lleva intrínsecamente en sus genes.
Se plantaron, para que crecieran juntos, seis alegres arbolitos distribuidos tres a tres para dar cobijo y sombra a dos de los bancos -y a sus circunstanciales moradores- que hacen guardia en rededor de la escultura GUK que por el perfil que en la distancia se adivina, más se asemeja a un dinosaurio en posición de expeler sus hediondas deposiciones de natural biológicas.
Zarandeado. Su crecimiento va retrasado |
Pero no hablemos de mí y centrémonos en estos dos pequeños árboles que a fe de esfuerzo, tesón y sufrimiento han sido capaces de resistir y vencer al adverso mundo humano y a la indiferencia con que les ha tratado el propio Ayuntamiento de Amurrio, padre que los ha traído a este parque, infiriéndoles desazón y tristeza en el trato recibido. Ignorándolos y abandonándolos a su suerte en la etapa en que más indefensos y débiles estaban y más cuidados necesitaban para su desarrollo vital.
Así fue. Tras recibir agarrones, balonazos, golpes de todo tipo y ser vapuleados, un día sí y otro también, sólo dos pudieron soportarlo, aunque aún hoy no están libres de morir a manos de cualquier vándalo, desgarbado e inculto mocetón. De momento podemos disfrutar de su follaje primaveral o de su adusta silueta cuando en otoño les toca la mudanza y caída del pelaje y hojas.
Son los testigos y son la denuncia diaria de la ausencia de una cultura en defensa de la naturaleza y de políticas educativas y de respeto para con esta misma naturaleza.
Menos zarandeado y crecimiento mayor |
Plantar, cuidar, replantar si la barbarie actúa y proteger y vigilar, no dando tregua ni por bueno la defunción del recién plantado. Por desgracia no fue así y los supervivientes lo han sido no por los cuidados recibidos o aportados por el personal del Ayuntamiento, sino por la supervivencia vital de los mismos y de manos amorosas con ellos.
La política en esto como en otras cosas de la vida del pueblo consiste en sacarse la foto, decir que se ha plantado o repoblado el parque o tal paraje, o que se ha hecho tal o cual cosa, para luego olvidarse, dejando que se mueran por inanición; llámese árbol, banco o cualquier otro elemento ornamental o urbano u otra acción encaminada a fortalecer la imagen de la autoridad municipal de turno.
Un poco de seguimiento del arbolado recién plantado y su sustitución si fuera éste agredido, se podía esperar del Ayto de Amurrio, pues el caso que aquí se denuncia fue “árbol plantado, árbol fenecido”, con la excepcionalidad de estos dos árboles que tras ocho años resisten, aunque con crecimiento dispar. Durante este tiempo el Ayuntamiento, a través de la concejalía correspondiente, ha ignorado la orfandad de los mismos.
Su sustituto enjaulado |
Si mérito tienen estos dos árboles, hoy adultos y jóvenes, a la vez, más lo tiene, si cabe, aunque ya no lo pueda contar, el árbol que fue plantado crecidito frente a la entrada de Bar Kantoi que sufrió pero resistió durante mucho tiempo su paulatino declinar, forzado por los “incívicos” que por el lugar pasaban. Durante días, semanas y largos meses aguantó el azote canalla de las hordas insensibles. Su declinar, su encorvamiento de la cerviz, aguantó estoicamente a un palmo de tocar el suelo.
El sufrido árbol era mirado como un apestoso, como un ser despreciable. Nadie se preocupaba del sufrimiento que su forzada postura le estaba ocasionando, como no sea para infligirle mayor dolor, hasta que, finalmente, alguien le dio la puntilla y dejó de sufrir.
Crece la hierba en lugar del árbol |
El gobierno municipal, durante el tiempo de su calvario, ni se preocupó. Pues lo suyo es plantar arbolado para la galería, pero no cuidarlo ni protegerlo de los “agentes extraños” que deambulan por el pueblo. Ahora, tras el martirio y muerte del señor árbol, ha rellenado el hueco que fue su morada y tumba y ha colocado un árbol-adorno enjaulado en maciza caja de madera que le sirve de celda carcelaria.
Cerca de este lugar, la ciclo génesis destrozó el año pasado dos de los tres árboles de tupido ramaje en su tronco. El Ayuntamiento se limitó a cortarlos por el pie, dejando el tocón a la vista, sin intención, por el momento, de restituirlos por otros. Puntos suspensivos…