jueves, 29 de noviembre de 2018

Galíndez


Galíndez
Tenemos en nuestro País revistas variadas y de muchos tipos y contenidos varios y variados. De muchos colores y formatos, grandes y chicos. Y entre ellas nos hemos fijado en una de título “el Karma” que tal vez sea desconocida para una gran mayoría, pero también conocida para otra gran mayoría.
Mientras nos vamos aclarando de si la conocen o desconocen, muchos, pocos o algunos de nuestros lectores, la traemos a estas páginas porque independientemente de los contenidos que rezuman ironía y humor, alberga también otros contenidos -léase artículos- de cierta enjundia y otros, de mucha más enjundia.
No es una revista de humor al uso, pero sí es un humor que se mofa de la actualidad, a la que desnuda y, a la vez, deja vacía, en su sitio, con la denuncia que de la noticia hace de forma cabal. Sin faltarle ese punto de chispa oportuno que le confiere credibilidad y le hace creíble.
 
Número del mes de noviembre de 2018 de la revista "el Karma" donde nuestro paisano amurriarra aparece de figurante y aspirante, junto a los otros, en pos de "... la victoria y más allá...".
Ejemplo de portada que a modo de información satírica expone el devenir de la derechona española. ¡Lo clava!

Revista satírica y de humor, pero también de formato serio que lleva XX años asomando su seriedad humorada por quioscos, librerías y bancos de los de sentarse (de unos vestuarios, para ser más concretos). Es, como se presentan, Aldizkari Paregabea, una revista sin igual. La podéis encontrar también en la web “humor en la red.com”. Sus portadas: Bai paregabeak direla! Extraordinarias. Como se suele decir dan en el clavo. No decimos más.
Pero aun y todo con ser interesante adentrarse por sus páginas, nos queremos quedar con la última a la que hay que llegar sin atajos, embelesándose paso a paso, página a página, sin saltarse ninguna de las anteriores. “Debajo de la palmera” es el paraguas que da protección y sombra para plasmar la vena articulista de su autor.
Y qué nos encontramos en esa última página o quién nos espera en la misma, apostado y pensativo. Nada más y… nada menos que… Inaki Anasagasti que, desde -y a lo largo de- unos cuantos años, se asoma por la misma, como ventana abierta que, en este caso, deja salir toda la sabiduría, buen hacer, instrucción recibida, cultura y pensamiento de un hombre que puede presumir de tener y poseer perspicacia analítica en todo lo que toca y no es poco. Sino que se lo pregunten al “emérito” ese que, sin haber trabajado, sin haber dado un palo al agua ya está jubilado y sin problemas para llegar a fin de mes. (Al final se deja la relación de todos los artículos que lleva publicados en la revista “el Karma”. No tienen desperdicio. Faltaría más).
Y ¿cuál es el motivo de tanta presentación? ¿Dar publicidad de algo o de alguien que son de sobra conocidos? No, no es este el motivo de esta entrada. El motivo es dar a conocer, hablar un poco de un ilustre amurriarra, desaparecido y no hallado, que desarrolló una ardua tarea académica y política y de amor a esa parte del País que tuvo enfrente -e hizo frente- a la sedición franquista.
Jesús Galindez es el personaje de Amurrio que tiene dedicada una pequeña, escondida y orillada calle que le recuerda y una simbolista escultura en un alto, a las afueras del pueblo. Sin embargo, Anasagasti se lamenta de que no se divulgue su figura, con actos de reconocimiento, especialmente en su pueblo. No le falta razón.
Sin más que añadir, dejamos al señor Anasagasti que nos guíe y deje caer los últimos retazos o momentos de la vida azarosa de nuestro amurriarra internacional. Para ello el nº202 de la revista "el Karma" de este mes de noviembre de 2018 es el reclamo que nos lleva a introducirnos en el personaje.
Lo primero que uno siente con la lectura del libro de Manuel Vázquez Montalbán Galíndez, (Ed. Seix Barral, 1990) es la precariedad de la vida. Lo poco que ésta significa para los poderes establecidos. Todo puede esfumarse en cuestión de segundos. Al final, sólo sobreviven palabras y recuerdos. Y eso puede ocurrir tanto en una dictadura sanguinaria, en el pasado o en el presente, como en un país avanzado, con formas jurídicas decantadas y largo ejercicio de la democracia. Porque en el fondo, de lo que se trata es de las turbias formas del poder. De un ciclo que no concluye. Que se repite como una pesadilla para dejar en pie sólo testimonios truncados. Vázquez Montalbán, catalán, probablemente el autor en su día más leído de España, asumió con Galíndez su proyecto más ambicioso: escribir una novela en varios tiempos en torno a la desaparición de Jesús de Galíndez, representante del gobierno vasco en el exilio en República Dominicana y Nueva York, a punto de doctorarse en la Universidad de Columbia con un trabajo sobre Rafael Leónidas Trujillo, dictador caribeño que se hacía llamar el Benemérito de la Patria Nueva.
A partir del 12 de marzo de 1956, fecha en que Galíndez es secuestrado por un comando trujillista, con ayuda de policías venales de la ciudad, en pleno centro de New York, se inicia no sólo el calvario de un hombre sino también la más sorprendente historia de la manipulación política y policial de un caso. Galíndez, quien estuvo exiliado en Santo Domingo, al igual que otros vascos y republicanos, después de la Guerra Civil, acumuló numerosos datos sobre el régimen. Luego se fue a los Estados Unidos requerido por Aguirre, el lehendakari del gobierno vasco en el exilio. Allí escribió su tesis de grado, La Era de Trujillo, una radiografía del régimen, que desató la ira del dictador. Al extremo de planificar el secuestro del autor y su posterior eliminación física, después de espantosas torturas.
El caso Galíndez marca el ocaso de Trujillo y genera una ola de asesinatos de los implicados –con el fin de borrar huellas– que culmina con la muerte del propio déspota. Vázquez Montalbán reconstruye el proceso, y lo actualiza a partir de la investigación que con fines académicos realiza una norteamericana, Muriel, quien llega a vivir intensamente el drama del exiliado alavés y a reconstruir la trama. La fascinación que sobre ella ejerce el personaje es producto de la lucha interior que éste libra entre la claridad y las tinieblas, ya que Galíndez fue de los hombres que pensaron que, sirviendo a los organismos de Inteligencia norteamericanos, se lograría la caída de Franco y la libertad del pueblo vasco. Era, afirma, un justo, pero no al modo como Camus quiso codificarlos. Galíndez no era el periodista árabe Khashoggi, no había internet ni redes, pero su desaparición inició la caída del dictador.
Décadas después los servicios de Seguridad de USA, que quieren borrar de cuajo el caso, aplican a Muriel el mismo procedimiento: ella es secuestrada en Miami y trasladada a Santo Domingo, donde es asesinada. El ciclo implacable del terrorismo de Estado se cumplía una vez más.
Sólo lamento que Amurrio, donde siempre quiso ser enterrado, no lo recuerde cada año con criterios de reconocimiento y divulgación. (El subrayado es nuestro). Un personaje así requiere otro trato. En Mar del Plata, Argentina, el mayor paseo costanero de la ciudad lleva su nombre, que no ha podido ser quitado de allí ni por las dictaduras militares, pero por estos lares, Galíndez sigue sin ser una referencia a pesar de haber sido considerado en su día, el primer desaparecido por obra de una dictadura. No estaría nada mal que su nombre se repita como un grito contra la barbarie.
Se publicita también este otro artículo del mismo autor que hace referencia, igualmente, al paisano amurriarra Galíndez, publicado en la misma revista, nº 181 de junio de 2016.

Galíndez, Miss Grant, Democracia, Libertad

Jesús de Galindez desapareció en Nueva York en marzo de 1956, hace ahora sesenta años. La dictadura del sátrapa dominicano Trujillo, no solo lo secuestró, sino que lo mató. Galindez terminaba su tesis de grado en la Universidad de Columbia sobre “la Era de Trujillo”. Y a los dictadores no les gusta se cuente la verdad sobre ellos.
Galindez era el delegado del Gobierno vasco en el exilio y aspiraba a lograr un puesto de concejal en Nueva York apoyándose en los hispanos de la Gran Manzana.
Se inauguró hace años en Rutgers University una sala consagrada a Miss France R. Grant, con los archivos de la Asociación Interamericana por la Democracia y la Libertad. Quien quiera saber de aquellos años, los años de Miss Grant, en que por Nueva York pasaban, o en Nueva York vivían presidentes derrocados o exiliados, poetas, escritores, novelistas, políticos echados de sus patrias, tiene ahí una fuente de información insuperable en los papeles que Miss Grant regaló a Rutgers.
Miss Grant lo era todo, en aquellos tiempos. Se la recuerda discutiendo a las propias autoridades norteamericanas cada vez que lo exigía la defensa de las libertades en América Latina. Esas libertades eran, para ella, su propia causa. El número de conferencias que ella promovió dentro o fuera de Estados Unidos, las veces que presidió banquetes, sus intervenciones ante la prensa norteamericana, fueron todo un escudo por muchísimos años. Cuando el venezolano Rómulo Betancourt era todavía una aventura sin destino seguro, ella era la fe que lo respaldaba sin reservas. Fue en el enorme banquete que ella misma organizó donde se celebró por parte de representantes de veinte repúblicas la caída de Pérez Jiménez. Ella fue el alma de las fiestas que se celebraron para respaldar la lucha contra Batista, y de la conferencia que, todavía gobernando el sargento–dictador, se reunió en La Habana a nombre de la democracia y la libertad.
No era fácil el trabajo, ni carecía de riesgos. Quiso la suerte que, como agitaba en todas partes Miss Grant, un amigo suyo y de todos, Herbert Matthews tuviera a su cargo la sección latinoamericana en el New York Times, que fue otro hogar. Amigos de la lucha contra las dictaduras las tenían en las universidades, en los diarios, en los circuitos intelectuales. Recordemos el seminario de Tannenbaun en Columbia University. Pero, Miss Grant, Matthews y Germán Arciniegas, además de Jesús de Galindez quien vino a ser la víctima fatal. Ningún otro americano estuvo siempre tan cerca de Galindez como Miss Grant, y en sus archivos podrán encontrarse centenares de documentos anteriores al crimen, y de cuantos resortes movió ella misma para que no quedara el asesinato sin sanción. Lástima que haya fallecido. Este sesenta aniversario no hubiera pasado tan silencioso como en Euskadi.
Tocó a ella trabajar en la época de McCarthy. No sabemos las gentes de ahora lo que era la lucha en aquellos días de las cacerías de Brujas, que inspiraron la obra de Arthur Miller. Cuando Perón cerró La Prensa, y Gainza Paz pasó en Nueva York los años de su destierro, Miss Grant movilizó a toda la prensa norteamericana para unirse a la protesta. Lo mismo cuando Rojas Pinilla cerró El Tiempo de Bogotá. Muchos amigos suyos -Betancourt, Carlos Lleras Restrepo, Galo Plaza, Alberto Lleras, Figueres, Juan Bosch, Caldera-, llegaron un día al poder. Claro que de todos ellos quedarán, si quedan archivos riquísimos. Pero, de América Latina en general, y de la época de las grandes dictaduras en particular, quizá no vaya a quedar nada tan completo como ese tesoro que ella pasó a la universidad de Rutgers.
Algún día alguien hará su biografía y se verá entonces hasta donde una mujer generosa, demócrata y liberal pudo llegar a ser la palabra encendida en la defensa de los derechos humanos cuando peor estaban tratados en América bajo los déspotas.
Quizás algún chaval vasco se entusiasme con Galindez y quiera hacer un buen trabajo en aquellos archivos lejanos, del alavés desaparecido y de su tiempo.
A continuación, los artículos de Inaki Anasagasti, aparecidos en la página o columna “Debajo de la palmera” de la revista “el Karma”:
Galíndez EL KARMA nº 202 noviembre 2018
Ojalá le hagan caso al viejillo EL KARMA nº 201 octubre 2018
Necesitamos gente sin experiencia EL KARMA nº 200 verano 2018
Pepito Grillo llega a Nueva York EL KARMA nº 199 junio 2018
Libertad de expresión y Brunete Mediática EL KARMA nº 198 mayo 2018
Lavapiés o lavamanos EL KARMA nº 197 abril 2018
Bolivar enamorado EL KARMA nº 196 marzo 2018
La rebelión de la sal EL KARMA nº 195 febrero 2018
La interesante vida de un lobo de mar EL KARMA nº 194 diciembre 2017
• La República y el cuartel de La Salve EL KARMA nº 193 noviembre 2017
• Los eligieron cuidadosamente y los fusilaron EL KARMA nº 192 octubre 2017
¿Dónde están los Juancarlistas? EL KARMA nº 191 verano 2017
Los Amigos del País y la Compañía Guipuzcoana de Caracas EL KARMA nº 190 2017
• Tanto eres, tanto pesas EL KARMA nº 189
Mayo 2017
• Desde lo alto de la escalera EL KARMA nº 188 Abril 2017
• Populismo y estatismo EL KARMA nº 187 Marzo 2017
• La gallinácea de la Plaza Elíptica EL KARMA nº 186 Febrero 2017
Existió la resistencia vasca EL KARMA nº 185 Diciembre 2016
Aquel extenuante viaje de “El Alsina”, con Monzón y Alcalá Zamora EL KARMA nº 184  Noviembre 2016
El espía que nos contó sus secretos EL KARMA nº 183 Octubre 2016
¿Se imaginan de nuevo en Madrid funcionando a Beti Jai: la Capilla Sixtina de la pelota? EL KARMA nº 182 verano 2016
• Galíndez, Miss Grant, Democracia, Libertad EL KARMA nº 181 junio 2016
 Cuando los frikis de Deusto premiaban a Mario CondEL KARMA nº 180 mayo 2016
 Leizaola y Kili Kili EL KARMA nº 179 abril 2016
• El espejo que decía la verdad EL KARMA nº 178 marzo 2016
• ¿Es tan sagrada la unidad de España? EL KARMA nº 177 febrero 2016
• Picoteo EL KARMA nº 176 diciembre 2015
• El Gobierno español condena a los saharauis al desierto EL KARMA nº 175 noviembre 2015
• Niño, no preguntes EL KARMA nº 174 octubre 2015
• No interrumpan ustedes el sueño eterno del General EL KARMA nº 173 verano 2015
• ¿Dónde está enterrado mi padre? EL KARMA nº 172 junio 2015
• A Don Pantuflo no le gusta la Lingua Navarrorum EL KARMA nº 171 mayo 2015
• Felipe también tiene amigotes EL KARMA nº 170 abril 2015
• Cuatro horas en Afganistán EL KARMA nº 169 marzo 2015
• No hay jefe de la oposición, ni falta que hace EL KARMA nº 168 febrero 2015
Aquellos 59” EL KARMA nº 167 diciembre 2014
Sin derecho a estar en el cuadro EL KARMA nº 166 noviembre 2014
Está a punto de caerse el Muro de las Lamentaciones EL KARMA nº 165 octubre 2014
Jordi, lo estás haciendo muy bien EL KARMA nº 164 verano 2014
Como dos viejos hippies EL KARMA nº 163 junio 2014
Todo por los empresarios de la patria EL KARMA nº 162 mayo 2014
La tesina de Tejero sobre el uso de pelotas de goma EL KARMA nº 161 abril 2014
La fascinación del pesebre EL KARMA nº 160 marzo 2014
Las monarquías son mortales EL KARMA nº 159 febrero 2014
El caído no caído del Valle de los Caídos EL KARMA nº 158 diciembre 2013
¿Por qué no hacer un parque temático del horror? EL KARMA nº 157 noviembre 2013
 Del catalanismo al soberanismo EL KARMA nº 156 octubre 2013
 Un adiós por la puerta de atrás EL KARMA nº 155 verano 2013
 El hijo cheli se ha ido a hacer las Américas EL KARMA nº 154 junio 2013
 El ruedo ibérico anda sin brújula EL KARMA nº 153 mayo 2013
 Sobredosis de Prieto y la estación de Abando EL KARMA nº 152 abril 2013
 Una monarquía protegida por la censura EL KARMA nº 151 marzo 2013
 Un rey con Hermida y con papada EL KARMA nº 150 febrero 2013
 Aquella boda en el Kursaal entre Jaime y Nicolás EL KARMA nº 149 diciembre 2012
 A los buenos españoles no les gusta ceder soberanía EL KARMA nº 148 noviembre 2012
 Ussía y un coronel nos quieren rescatar EL KARMA nº 147 octubre 2012
• La Sra. Prego debería salir de vez en cuando de Madrid EL KARMA nº 146 verano 2012
Me cae gordo Winston Churchill EL KARMA nº 145
junio 2012
Y resulta que no la destruyeron los vascos EL KARMA nº 144 mayo 2012
En Euzkadi hay muchos pesados EL KARMA nº 143
abril 2012
Kili Kili y Leizaola EL KARMA nº 142 marzo 2012
Descubro el secreto de la Operación Urdangarin EL KARMA nº 141 febrero 2012
Y en eso Cebrián apuñaló a Zapatero EL KARMA nº 140 diciembre 2011
• Desayuno con Bono EL KARMA nº 139 noviembre 2011
Naranjito necesita descansar EL KARMA nº 138 octubre 2011
• Aquellos etarras de Cabo Verde EL KARMA nº 137 verano 2011
• La habitación indiscreta EL KARMA nº 136 junio 2011
Defensa de Pepe Botella EL KARMA nº 135 mayo 2011
Al rey y a Solana los han calado EL KARMA nº 134 abril 2011
• La oveja desteñida EL KARMA nº 133 marzo 2011
España, como en tiempos del franquismo, sigue siendo radial EL KARMA nº 132 febrero 2011
Cuando Aguilar movía la cola ante el embajador norteamericano EL KARMA nº 131 enero 2011
Se odian en Madird, se aman en Galeuzka EL KARMA nº 130 diciembre 2010
Una querella por ironizar sobre el Valle de los Caídos EL KARMA nº 129 noviembre 2010
¿Por qué diablos Basagoiti no le hace caso a Ortega y Gasset? EL KARMA nº 128 octubre 2010
Parcialidad con las víctimas EL KARMA nº 127 verano 2010
Celebremos en alegre biribilketa la fiesta regional vasca EL KARMA nº 126
julio 2010
  O “sí o sí” o el camelo de la Transición EL KARMA nº 125 junio 2010
La triste historia de Jaimito en Bruselas EL KARMA nº 124 mayo 2010
Hubo una vez un Parlamento EL KARMA nº 123 abril 2010
Mejor le valdría un amaiketako en Igeretxe EL KARMA nº 122 marzo 2010
Desayunando con el P. Ángel EL KARMA nº 121 enero – febrero 2010

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