El buzón no ceja en su empeño de radiografiar a todo el que pasa |
El buzón que no pierde ojo
Ahí está desafiante, introspectivo. No dejando títere con cabeza en su punto de mira, en su radio de visión. Es el buzón que todo lo ve y que todxs lo ven. (Su
antecesor –ver foto al final– estaba escondido, agazapado entre los dos
contrafuertes de los muros de la iglesia, como queriendo asustar o, tal vez, esconder
su timidez; ahora, en cambio, su sucesor, ya lo ven, es todo lo contrario).
Él no lo ha querido, no es nada presuntuoso y menos curioso pero, sin embargo, se deja ver descaradamente. No importándole –que remedio, no puede evitarlo, el no lo ha pedido– ser el centro de atención de la plazuela o entorno de la iglesia. Tal es la popularidad que está adquiriendo desde que allí fue anclado,
Altivo y desafiante como el solo |
que su silueta ya compite en importancia y en presencia –y hasta en belleza– con la silueta que desliza la iglesia con su torre. Va camino de ser parte del entorno peatonal de la iglesia, inseparable del mismo.