miércoles, 23 de noviembre de 2022

Eskerrik versus Ezkerrik

 

 

Eskerrik versus Ezkerrik

No es costumbre y creo que esta será la segunda vez que incluyo en este blog algo, algún tema, en el que yo nada aporte, dejando que sea su autor el protagonista del mismo como no podía ser de otra manera.

Algún día –¡a ver si tengo tiempo!– incluiremos las fluidas conversaciones que a lo largo de unos cuantos años, especialmente por medio de correos electrónicos, he tenido con él, que sirven y servirán de conocimiento general para todas y todos nosotros de la mucha sabiduría que Felix, sin necesidad de alabarse, desborda cuando escribe, conferencia o sale su cuerpo generoso con su voz inconfundible en la pequeña pantalla del televisor. Algunos de los correos son auténticas epístolas.

No voy a decir que es una eminencia, porque la palabra, igual en estos tiempos está trasnochada y, además, él no me lo permitiría –¡para mí lo es!–, pero sí es una rara avis en el mundo cultural actual vasco que proyecta todo lo que sabe sin vanagloriarse de ello, con absoluta sencillez tanto en lo que dice, cómo lo dice, como en el trato personal, en la distancia corta, donde su sencillez raya la excelencia bien merecida.

Lo confieso. Yo soy un devoto de Felix, aunque a veces, en algunas afirmaciones o contenidos de lo que él escribe, no estoy de acuerdo y en algunos otros cometidos de su pluma, los menos, es decir, muy pocos ¡muy poquitos! pero que nada de acuerdo.

Pero todo esto no me impide tenerle una devoción casi celestial. Es una persona además que se hace querer. Tiene una bondad que bien se refleja en las conversaciones tanto personales como en las apariciones en televisión, medio en el que, últimamente, está muy solicitado.

No me lo imagino enfadado. Y en los casos que lo estuviera, como a cualquier persona que alguien le saca de sus casillas, a Felix se le notaría que es un cabreo, sí, sincero pero bondadoso, venial, de no dejarte afectado personalmente más que el tiempo que tarda la aguja de un reloj en recorrer un segundo de tiempo.

Lo tenemos -yo al menos- como un hombre honesto, inquebrantable que defiende la identidad de su pueblo, de su país y que ama, con todo el entusiasmo que es posible, el euskara, idioma que, aún aprendiéndolo con cierta edad, por sus labios corre fluido y sonoro.

No quiero seguir y menos que esto caiga en manos de Felix, pues seguro que me caerá una buena reprimenda. Eso sí, dicha con su sonrisa inocente que en el fondo me está diciendo “no está bien que andes por ahí pregonando o ensalzándome pues yo, al fin y al cabo, soy persona llana, de pueblo, sin esas agallas que algunos tienen para aparentar lo que no son”. Me iban a salir los colores. No digo más.

Doy paso pues al artículo de Felix Mugurutza que nos habla y, consiguientemente, nos distingue y diferencia las expresiones “Eskerrik asko” y “Ezkerrik asko” que hace que sólo la conversión de la “s” en “z” y viceversa, cambie totalmente el significado, el sentido de lo que se quiere expresar.

Falta decir que dicho autor alimenta un blog personal dentro de la cabecera del diario DEIA al que es obligado asomarse, pues lo que dice en él crea cultura, deshace entuertos e, intelectualmente, nos hace más “ricos”. Se llama el blog “El Arca de No sé” (el enlace es blogs.deia.eus/arca-de-no-se), título que parafrasea un doble sentido, aparte de un juego de palabras. Nosotras y nosotros “no sabemos, pero, a la vez, intentamos saber”… digo yo.

Pinchar también en blogs.deia.eus/arca-de-no-se/2017/12/27/poco-bilbaino-hay-que-ser. En este artículo veréis el enojo que se coge y expresa cuando ve que la gente, bastante gente, desprecia –casi abomina– su o sus idiomas, haciéndolos de menos. Finaliza el mismo “Hay que ser menos chulos y más orgullosos. Y siempre yendo a tope de dignidad… Porque poco bilbaíno hay que ser para tratar tan mal lo que más quieres. Maite zaitugu, Bilbo!”.

Ahora ya toca, por fin, que Felix se explaye y nos exponga la forma correcta de expresarse o/y de entender qué decimos cuando algo decimos. Lo escribió hace unos años, pero sigue siendo de actualidad, tamalez (desgraciadamente).

Y como coletilla, dice Felix, al final del artículo que estamos a punto de leer en esta entrada:En esas andamos aún con el euskera. Como para independizarnos estamos…”. Además de simpático tiene su punto de ironía.

Eskerrik asko, Felix.

Gracias a tus eskerriks

Cuando en el 1985 escuchábamos a La polla records cantar aquello de «gracias a tus putas gracias empezaron mis desgracias» ni de lejos me imaginaba que tantos años después aquella frase juguetona iba a ser mi mejor recurso para presentar una protesta lingüística. Para dar un puñetazo sobre la mesa e intentar poner las cosas en orden. He dicho.

Como pavos reales, los vascos somos muy dados a desplegar nuestras plumas ante el visitante, a mostrarle de inmediato las credenciales nacionales, para deslumbrarle y a ser posible cegarle, hasta que se muestre rendido y sumiso frente a lo nuestro. Porque nuestra idiosincrasia es lo más de lo más.

Nuestra divina cultura, además, descansa sobre el euskera, la viga maestra de nuestro pueblo, el sancta sanctorum de la vasquidad. Una lengua sublime entre las supremas, etérea, excelsa, sin mancha conocida, idioma que consideramos como el más antiguo de Europa, el que parte de un origen más ignoto, no muy alejado en el tiempo de cuando Eva mordió aquella emponzoñada manzana.

Pero resulta que a estas alturas no sabemos ni dar las gracias en euskera. Y vamos de mal en peor. Casi medio siglo sin que pese prohibición alguna para su uso, tras cuatro décadas de enseñanza a marchas forzadas y de euskaldunización de funcionarios para haber llegado al…

EZKERRIK ASKO. Como veremos a continuación parece más apropiado como planteamiento social que como modo de agradecimiento. Porque esto que tantas veces hemos visto rotulado en supermercados, entidades bancarias, carteles… significa ‘muchas izquierdas’ y no el ‘muchas gracias que podríamos esperar: «ezkerrik asko zure bisitagatik», ‘muchas izquierdas por su visita’. Qué molón…

Y es que la gratitud se da con ESKERRIK ASKO. Una «s» en vez de una «z»…

Es más. Fijaos si se intuía que en un pueblo de gente torpe como el nuestro se iba a armar la marimorena, que el visionario Sabino Arana ya intentó en 1895 poner en circulación la fórmula ESKARRIK ASKO, para evitar la mezcla entre ezker ‘izquierda’ y esker ‘agradecimiento’ que se veía venir. Porque éramos y somos unos liantes.

La iniciativa tuvo cierta acogida pero no llegó a cuajar del todo. Lógicamente, tampoco fue admitida dentro del euskera unificado o batua por lo que quedó fuera de juego. Y desde entonces luchamos desesperadamente y con poco éxito contra el chirriante ezkerrik asko que, un día sí y otro también, se nos cuela por ahí.

ESKERRIK. Pero lo que ya es una ignominia lingüística, una afrenta contra la que hemos de levantarnos si nos queda algo de amor a nuestro país, es la fórmula muy moderna, muy en boga y muy guay de eskerrik, a secas. Es de desfibrilador a potencia máxima, porque paraliza el corazón.

El final «-ik» de «eskerrik» implica necesariamente algo después, un «asko» ‘muchas’, porque si no, no tiene ni pies ni cabeza.

Proviene de la fórmula –ya en desuso en la lengua diaria– de añadir esa terminación de partitivo antes del «asko». Así, por ejemplo, se decía en Peru Abarka (1802), la que se considera la primera novela en euskera, «Asko da lorik; argitu da eguna» ‘ya hemos dormido mucho; ha clareado el día’. ¿No veis cómo a la palabra «lo» ‘sueño’ le añadimos el «-rik» (lorik) para que pueda fundirse, abrazarse, ayuntarse con «asko» ‘mucho’?

Decir «eskerrik» y nada más, sin el «asko» final, es como si en castellano dijésemos «muchas» omitiendo el «gracias» posterior: una majadería en toda regla.

Algo similar sucede en el francés: «beaucoup de vin» ‘mucho vino’, unido por el «de» ese que hace las funciones de nuestro «-rik». Nunca podríamos decir «beaucoup vin» sin que nos miren como a consagrados borrachos, porque no tiene sentido más allá del Pirineo.

Así es que, pongámonos las pilas y usemos según los casos «eskerrik asko», «esker mila», «mila esker», «esker anitz», «esker on», «esker hobe», «esker izan», «eskerrik aski» o la opción correcta que nos venga en gana.

Pero, por la diosa Mari de nuestros sacros montes, no me uséis más el insurrecto EZKERRIK ASKO o el infame, grosero y cantamañanas ESKERRIK.

Por favor: poned todo el cariño y mimo que os quede cada vez que hagáis uso de estas formas vascas de gratitud.

En esas andamos aún con el euskera. Como para independizarnos estamos…

NOTA: Ante la tentación de pensar en que el uso de «eskerrik» a secas se trata de una evolución natural de la lengua hemos de apuntar que no es así, ya que ningún vascohablante comete dicho error. Al contrario, es usado en esa forma incorrecta por hablantes no euskaldunes que usan ese término del euskera con una lógica propia de su lengua, el castellano: si «eskerrik asko» es «muchas gracias», entonces «eskerrik» es «gracias». Pero, como decimos, no es algo que afecte al euskera ni que se use dentro en él, por lo que no tiene sentido alguno plantearlo como evolución propia del euskera.

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