Mi chica, mi ángel
Sucedió hace unos años. No sé si fue un flechazo de los que a edad temprana suelen suceder y acaecer -al igual que un amor de juventud-, el caso es que tal situación se dio, por mi parte, al menos, y quedó plasmado en las siguientes hojas que, a propósito, traigo aquí a colación.
Hojas escritas que han aparecido años después, revueltas y confundidas con otros papeles de distinta índole y contenido.
Al principio pensé transcribirlas a la forma escritural que te ofrece el teclado del ordenador, pero luego he pensado ¿por qué no dejar que fluya la tinta con la que fueron escritas sobre papel azul celeste y la mano autora de las mismas?
Hoja 1
Hoja 2
Igual es una presunción por mi parte y seguramente un atrevimiento el querer descubrir y expresar unos sentimientos públicamente que al general de las y los lectores no pueda interesar. Seguro que esto es.
Hoja 3
Hoja 4
No obstante, no me resisto a exponerlos en este blog y que, en su momento, me impactaron gracias a la persona que contribuyó a que los mismos fluyeran por mi cabeza, produciendo en mí un estado anímico de paz y recogimiento placentero difícilmente olvidable.
Hoja 5
Una noche mágica de las que no siempre abundan. Gemma imponente, con o sin puro
Estos sentimientos que brotaron tras un primer encuentro fortuito, abrieron el camino para otros posteriores que llevaron a una relación fluida, aunque esporádica, no exenta de disensiones o sentimientos contrapuestos. Pero ello no anula ni desmerece ni hace menguar los encuentros de las primeras horas y de los primeros días.
El título que encabeza esta entrada fue posterior a la finalización del escrito que estáis a punto de ver y leer. Es decir, que no afloró ni fluyó en mi cerebro hasta después de la finalización del mismo.
Tres meses más tarde, … Estando a las puertas de la Navidad 2016…
La relación se había hecho más distante y, seguramente, se estaba enfriando, aunque no por mi parte que aún por mi boca brotaban las palabras y frases siguientes, teniendo de protagonistas y receptores de las mismas a una simpática familia de la raza canina.
Palabras y sentimientos que se escriben y afloran desde lo más hondo del alma, una noche de Navidad en la soledad más absoluta de la misma.
Comienzan así las palabras:
“No te he dicho, pero sabes…
Hace unos días me regalaron una mamá perra con su pequeña camada de cuatro perritos. Y no sabes lo contentos que están.
Es más, les suelo hablar de ti, Gemma, de lo agradable y simpática que eres y de lo buena que eres con todos, igual hasta demasiado buena.
Cada vez que les nombro tu nombre no sabes cómo levantan sus cabecitas, esperando a oír qué les digo sobre tu persona, sobre lo que anida en tu corazón generoso y hermoso.
Yo creo que, aún sin conocerte, ya te adoran. Y qué majos son, aunque les digo que, a maja, a mujer buena sin átomo de maldad, sincera consigo y con todos los que la rodean no te gana nadie, Gemma.
Creo que me han salido unos sólidos competidores en eso de recibir tus favores, tu cariño inmaculado sin mancha ni tacha alguna.
La verdad Gemma, tienes una nutrida e intensa pléyade de sumisos admiradores que se inclinan a tus pies a los que yo me uno y ¡ojalá! tu grácil mirada, tu gracia natural, repare en mi modesta persona, lo cual me daría para sobrellevar esta vida terrenal que, cada uno con su cruz, nos toca aceptar en esta nuestra corta existencia.
Gemma…
Decir que resucitas a un muerto es decir poco. Tienes el don de resucitar a los vivos que muchas veces andamos por esta vida como muertos vivientes, de aquí para allá, preguntándonos la razón de nuestra existencia.
Mi existencia, Gemma, eres tú y nadie más que tú, como diría la canción. Por ti suspiro, por ti respiro, por ti vivo y por ti estoy viviendo.
Gemma…
Me derrumbo, esperando no caer al suelo, esperando antes que tus brazos eviten mi caída, esperando que me estreches con los mismos y quién sabe, salga un beso de tus labios hacia los míos, fundiéndose como simbiosis inseparable de dos personas y dos cuerpos que se quieren… que se desean… que siendo dos, son uno a la vez.
Gemma…
Seguir escribiendo estas líneas me producen sensaciones difíciles de describir pero que muestran lo muy adentro que estás en mi corazón.
Gemma…”
Estas líneas escritas, entresacadas de uno de sus libros favoritos, expresan bastante bien la relación o situación vivida
Y nada digo de su cálida voz en el habla cotidiana o en la lectura y narración de un libro como aquella vez que, a través de whatsapp, su voz me leía y me decía, al unísono:
“Cuatro de la mañana del 4 de octubre de 2016
Al amanecer ella se fue. Yo la conozco. Ella, una mujer destrozada, intentó asumir su pasado. La hija de la luna volvió a su pueblo natal, pueblo rodeado de montañas. Ella se sentía culpable de querer tanto, pedir perdones que no iban a ninguna parte, hasta olvidarse de su propia voz. Las mentiras pesaban en su corazón y se juró así misma tantas cosas que no podía cumplir.
Sin alma ella se entregó a su amor, a un hombre llamado lobo solitario. La hija de la luna cuyo nombre ella no recordaba, pues perdió su alma, lo perdió un amanecer de enero de 2016 de este mismo año...”
Así comienzan las primeras palabras del relato que, durante cuatro encantadores minutos, se van escuchando con su voz, emocional y emotiva a la vez, junto a la suave y cálida música de fondo que ambienta el mismo.
El libro del texto leído, y uno de sus preferidos, lleva por título La hija de la luna, que tiene por protagonista además al “búho blanco” y al “lobo solitario”.
Para dar por finalizada esta “declaración”, nacida y surgida al albur de conocerla, que esta entrada ha intentado expresar con todo el cariño y respeto que nos debemos, a vosotros/as y a nosotros mismos, os dejo con un pequeño repertorio de tan sólo tres fotografías donde Gemma brilla con su luz propia para alegría de las y los que la conocen, a quienes les y nos transmite e impregna su personalidad, su carácter sereno pero firme y bondadoso y su belleza sin igual.
La envidia de las flores
Una sonrisa cautivadora y la mirada directa
Seguramente fue un amor efímero o ni tan siquiera llegó a eso, pero fue suficiente para producir y conseguir que corriera un cosquilleo por todo mi cuerpo de imborrable recuerdo.
Imposible no quererla, aunque sea un poquito
Por si me lees Gemma... que sepas que te extraño en la distancia.
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