miércoles, 30 de junio de 2021

El “oro blanco” de la Sierra de Sálbada

Visto que este pasado día, 29/06/2021, ha visto la luz el nº 56 de la revista etnográfica Aztarna de Amurrio,

Visto que del mismo se ha caído el artículo siguiente (y algún otro) que, en principio, sí estaba incluido en sus páginas,

Visto que, posiblemente, para el siguiente número, a publicar en el mes de diciembre, la reseña del mismo pueda perder el interés que ahora se le atribuye,

Ante lo cual, creyéndolo de  interés, vemos necesario dar cabida en este blog, para general conocimiento de la ciudadanía amurriarra, particularmente, pero no sólo ella, el artículo que sigue sobre el trabajo y la historia de la seta “perretxiko” que Enrique Arberas ha manejado con soltura y maestría, dejando todo ello plasmado en un libro a tener muy en cuenta.

El “oro blanco” de la Sierra de Sálbada

Por Gontzal Oribe Bárcena

En un tono pausado y tranquilo como es propio de él, pero encendido y apasionado en lo que dice y expresa, transcurrió la presentación del libro “Perretxiko. El oro blanco de los vascos” del autor Enrique Arberas Mendibil.

Fue en Amurrio, el sábado 24/04/2021, con doble sesión debido a las limitaciones que en el orden sanitario impone la pandemia que estamos viviendo, o más bien sufriendo, en nuestro día a día. El día anterior se presentó en Arespalditza y, el siguiente lunes, lo haría en V-G.

En este libro, Enrique nos descubre la existencia de una seta, el perretxiko, tal vez desconocida en muchos lares. Adentrándose en la historia de la misma. Contando, describiendo su vida, su hábitat y su sabor culinario.

Tras un preámbulo sensacional, escrito de su mano, Enrique se adentra en la experiencia de saber y conocer de la existencia de esta seta, tan peculiar, agradecida, apreciada, deseada y acariciada como es el perretxiko.

Este amurriarra afincado desde hace unos años en otro pueblo ayalés, aunque este pequeño, Aguíñiga o Aginaga, funde su pasión por la naturaleza y la vida animal y humana que en la misma se desarrollan, ya sea en la sierra, ya sea en el valle, para dejarnos esta joya que se codea y compite con la que nos obsequió hace unos pocos años, en que sacó a la luz “Maroño, un pueblo y un embalse” y la sencilla pero sentida historia del “tejo” ayalés.

Aguíñiga o Aginaga, aun siendo pueblo pequeño y chiquito, que se acuna en la ladera de la sierra de Sálbada, tiene mucha historia y no sólo por la actividad histórica en la recogida, comercio y consumo del perretxiko y el presente ovíparo de sus gallinas o el rico y oloroso queso de oveja de su quesería, sino que ahora también su fama se acrecienta por tener de vecino a un “ilustre”, aunque él no se tenga por tal.

Enrique irá deparándonos para este presente y futuro próximo más alegrías, pues el tarro de las esencias en él no ha hecho más que empezar a abrirse, comenzando a dar sus frutos. Esperamos mucho de Enrique y sabemos que no nos defraudará, aunque esfuerzo le costará. Pero él es persona agradecida y espero que nosotros también lo seamos con él.

Con expresiones como este libro, Enrique nos va demostrando su inquietud y sus ganas de transmitir lo que le enseñan y aprende de sus padres (sus impulsores, en esta ocasión, para escribir el libro) y del entorno natural en que vive y del que disfruta sin dejar de absorber hasta el último rincón del mismo, en su “caminar salvaje y con espíritu libre para sentir el bosque”. Y la Sierra Salvada, la montaña viva que mejor conoce la forma de vida del perretxiko: “seta salvaje de alma rural”.

 

 

El autor del libro, haciendo entrega de un ejemplar a la Asociación AZTARNA de Amurrio

 

Por supuesto, no olvidamos a los colaboradores de renombrado reconocimiento en sus profesiones que han contribuido a mejorar más, si cabe, el libro, como a una de las protagonistas del mismo, Manuela Manrique, ama y matriz del afamado restaurante Llarena de Orduña. Mujer que bien se merece un libro que sólo hable de ella. Llarena y perretxiko se confunden y se funden. Son la misma cosa. Hablar de perretxiko en Orduña es hablar de Llarena.

Este libro también asienta unos nombres: perretxikales, perretxikero/a, perretxikear, perretxikeando que, a no tardar, la RAE deberá incluir entre las innumerables palabras y acepciones que concita dicho diccionario.

Por otro lado, sin desmerecer las recetas de algunos de los afamados restaurantes del País que también dan lustre a este libro, yo me decanto y me quedo con el revuelto de perretxikos que nos prepara y nos enseña a preparar Nati Mendibil –su ama– donde con la materia prima del perretxiko de la Sierra de Sálbada y los huevos –a tener en cuenta– de las gallinas del pueblo de Aguíñiga –como un guiño al pueblo–, el resultado es insuperable e inmejorable en el paladar de los que disfrutan semejante manjar.

Mis mayores deseos de éxitos. Más en esta y estas “aventuras” en las que se embarca, para las que propongo que rememos a su lado para que su labor y esfuerzo lleguen a buen puerto.

Sin más, un libro de sabiduría y de obligada consulta para todo amante de la naturaleza, de la sierra –se llame esta como se llame– y del buen comer de este manjar –el perretxiko–, protagonista del libro.

Dejo para el final, como en el libro, la fotografía que sustancia y pone el colofón a este libro de la vida del perretxiko y de unos padres, Enrique y Nati, ligados al arte de “perretxikear”, que “perretxikeando”, preparando y degustando, nos han traído a las páginas de este magnífico libro su historia y la existencia de un manjar desconocido para muchos dioses. Es la foto familiar de Enrique con su ama y aita en una de esas excursiones tan fructíferas de la recogida de perretxikos, a la que le acompaña la poesía que dice:

“El cielo extiende celajes /

que por la Sierra se esparcen, /

sutil velo que la cubre /

albeando su paisaje. /

Debajo duermen los pastos, /

los brezales y peñascos, /

despiertan los perretxikos, /

oro blanco de los vascos.”

O, dicho más prosaicamente, “los primeros botones de perretxikos, de un inmaculado blanco níveo, que como cada abril despuntan, entre el verde renovado de los extensos mares de praderíos y brezales de las planicies de la Sierra Salvada”.

 

 Con su Ama y Aita, sus dos grandes valedores en su afán de saber y descubrir un mundo nuevo

 

Después de terminar de leer estas líneas, espero, lector o lectora, te sobren arrestos para adquirir el libro que no te defraudará. Comprarlo –que ello siempre ayuda al autor a pensar en nuevos proyectos– y leerlo y consultarlo. Cuantas más veces mejor.

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