lunes, 31 de octubre de 2011

Pobeña: punto de encuentro y partida, para el disfrute de un día de encanto

Tres bellezas de Pobeña
Pobeña
Punto de encuentro y partida, para el disfrute de un día de encanto
     Con la anuencia de mis convecinos/as, el 31 de julio –domingo– me ausenté de mi morada en el parque Pitiminí de mi querido Amurrio, para disfrutar del magnífico día con que julio “el desapacible” nos brindó a todos, en su día de despedida. En esta –mi penúltima escapada, pues de momento no será la última–, mis pasos se dirigieron al pueblo de Pobeña, en el municipio de Muskiz (50 km por carretera desde Amurrio); allí en la costa bizkaina, donde la misma se confunde con las tierras de Castro Urdiales, otrora territorio comprensible del Señorío de Bizkaia.
      Una maravilla de lugar y de escenario natural –y un maravilloso de día, como queda dicho–, para disfrutar del día de San Ignacio de Loyola, patrono del denominado ahora Territorio Histórico de Bizkaia. Por tanto, fiesta en Bizkaia. Al ser este santo patrón, gipuzkoarra de nacimiento, a la curiosidad le interesa saber los motivos: el “porqué” Bizkaia le acoge y le tiene como patrón del antiguo Señorío. (Igual tú, amable lector, que sigues este diario, quieras desentrañar con tus conocimientos el o los “porqué”s de este patronazgo).También es patrón de Bizkaia –aunque su patronazgo es más tardío, o más reciente en el tiempo, para entendernos– San Valentín Berrio-Otxoa, santo elorriarra que para los bizkainos parece ser que sólo ocupa un segundo y discreto lugar en su devoción, cuya festividad la celebran el 4 de julio, aunque no tiene carácter de fiesta oficial, tan sólo litúrgica.
     Pobeña se asienta frente a las marismas que conforma la desembocadura del río Barbadun. Tiene como centinela en la lejanía, el pequeño monte El Haba, también llamado Peña Aguda o Agudilla (227 m), cuyas faldas que se precipitan suavemente, son cortadas por la autovía Ugaldebieta o A-8 de la Autovía del Cantábrico, que discurre en las cercanías.
    Este día, tan señalado para los habitantes de Bizkaia, coincidió con la celebración en este acogedor pueblo, de apenas dos centenares de habitantes, de la 3ª edición de la Escenificación de la Minería Tradicional: POBEÑA 1890.
     A lo largo de todo el día se pudo disfrutar a pie de calle de la exposición, dispuesta en distintos escenarios, de los distintos aperos, utensilios e instrumentos de trabajo. En definitiva, de los oficios artesanos y formas de trabajar que denotan la vida tradicional, que por un día revivían el pasado minero del pueblo. Dando vida y envolviendo a todo el escenario viviente, la vistosidad de las ropas de la época que los vecinos y vecinas de este pequeño y agradable pueblo de Pobeña sacaron a pasear en sus relucientes cuerpos, para el disfrute de los visitantes que se acercaron a disfrutar de un magnífico día de verano que el último día de julio quiso brindar a los presentes, tras haberse hecho de rogar durante todos los días del mes. (A diferencia de los meses de septiembre y octubre. Los meses de verano de este año. Hoy mismo tenemos otro día de agradable temperatura, con vientos del sur y 22 grados). 
Bandera que les representa
     









     Para la ocasión, también se acercaron a Pobeña los componentes de la sociedad “Euskal bateleroak” de Lekeitio, que atrajo la curiosidad de todos con sus vistosas y coloristas barcas y su enigmática bandera que les representa. Celebraron este día, el Batelero Eguna 2011. (Esta asociación nace en 2009 con el propósito de recuperar las embarcaciones tradicionales, así como el uso de las mismas. Impulsando con otras asociaciones la cultura marina y la navegación que practicaban nuestros abuelos. Su blog, para saber más de ellos, euskalbateleroak.blogspot.com). Por cierto, a media tarde, hubo “botadura” de los barcos en el embarcadero junto a la desembocadura del río Barbadun. Destacando entre los espectadores la virgen de Ntra. Sra. del Socorro que, desde su ermita en el alto del promontorio rocoso, se asoma a escasos metros de entre los árboles de encinar cantábrico. (Las fotos y vídeos que complementan esta información son fieles reflejos de la festiva jornada).
     Desde aquí, a través de un pintoresco puente con suspensión atirantada (cableado en tirantes) se accede (es uno de los accesos) a la playa de La Arena de obligada visita y disfrute de los habitantes de las Encartaciones, zona minera y de los de la margen izquierda del río Nervión de Bizkaia. Puente, por cierto, pintado con los colores nacionales de la bandera (rojo, verde y blanco).
La autoridad siempre sonriente
Repartiendo la leche por las casas con el borrico
La Arena es un “nombre no topónimo y que denota que el lugar estuvo abandonado de hábitat humano; de ahí que ahora reciba el nombre común o substantivo de “La Arena”, pues el lugar está conformado por arena que forma la playa”, en palabras textuales leídas en algún libro.
     Como el día daba para mucho, desde este punto se puede seguir y transitar, durante al menos 3 km, por el Camino de Santiago/Done Jakue Bidea, conocido como el “Camino de la Costa”, hasta llegar al poblado de Covarón.
     Para ello, frente al embarcadero, sale un camino que se inicia con una ascensión de 120 peldaños –no está nada mal para oxigenar los pulmones– para continuar por un trazado llano que bordea la costa y, por tanto, con vistas al mar en todo su recorrido. Lo primero que se visualiza, tras subir el último peldaño y andar unos pasos es un plano general de la playa de La Arena (dcha.); más adelante, se llega al lugar donde, hasta hace poco tiempo, se suspendía en el vacío la grúa (estructura metálica colgada sobre el mar) en el muelle cargadero de mineral, donde los barcos atracados debajo recibían el mineral de hierro, que desgraciadamente se fue al traste (un temporal con fuerte viento lo tiró) ante la falta de mantenimiento, pues no había sido sometida a un proceso de consolidación de la estructura, por parte de las autoridades que debieran velar por la conservación del patrimonio de la arqueología industrial –minera, en este particular–. Este sitio es un buen mirador para apreciar por un lado el espigón del superpuerto de Bilbao –ahora situado en el pueblo de Ziérbena– con sus molinos de viento; por el otro lado se divisa la ciudad de Castro Urdiales.
Aquí estuvo la grúa-cargadero
     Este recorrido de firme cementado que se asoma al acantilado pero sin peligro, gracias al parapeto con troncos de madera que delimitan el camino del vacío, por el que transcurren nuestros pasos, se corresponde con el antiguo trazado del ferrocarril minero, denominado en la parte bizkaina “Itsas lur” (a modo de promoción turística). (A lo largo del recorrido, distinto paneles informativos te explican lo que estás viendo). Todo el recorrido es llano con infinitas vistas al horizonte marino.
     El final concluye en un área de descanso con merenderos de mesas y bancos de madera y barbacoas. También hay un pequeño aparcamiento para los que accedan a la ruta por este lugar A los más pequeños les espera un paseo en pony y no tan ponys, si es su deseo y los padres no ponen ninguna objeción. Hay que comentar que los caballitos y caballos, en días de calor, poco les ayuda la sombra de un viejo árbol, con apenas ramaje, para protegerse de los rayos del sol.
 Playa y montes Oceja (El Peñón) y Montaño (el más alto)
     Llegados a este punto, dos opciones: desandar los pasos para volver al punto de inicio o emprender la vuelta por la zona interior a través de un camino que aparece de frente, admirando los vestigios industriales como unos antiguos hornos, las viviendas de los mineros ya abandonadas y en ruinas o el lavadero de mineral situado en el alto llamado de Campomar (“lugar adonde llegaba el tranvía aéreo desde La Arboleda; el agua bombeada del mar servía para lavar el mineral, que era enviado de vuelta en el mismo artefacto, cadena sin fin, sobre baldes colgados” que recoge la información escrita leída en algún sitio o soporte) para a continuación descender por un bosque de pinos y eucaliptos que dirigen al paseante a la ruta o paseo de “Itsas lur”.
     En cambio, si se quiere prolongar otros 3 km más, siguiendo el mismo itinerario por la costa, desde el área recreativa se debe seguir el camino adelante, también por una antigua vía férrea, para al de 1km, entrar en Cantabria –antes provincia de Santander– tras pasar un túnel, recubierto con madera para retener el posible desprendimiento de piedras, que es la muga o divisoria entre la CAV y Cantabria. A partir de la divisoria, el itinerario a recorrer se le conoce como la “Vía verde del Piquillo” que termina en el pueblo de Ontón, encima de la cala o pequeña playa de piedras de Berrón. A lo largo de todo este entorno, sus vistas obligan a pararse en más de una ocasión, al igual que desde hace un tiempo los lugareños se están familiarizando con el ir de peregrinos –en un flujo discontinuo pero constante–, venidos de muchas partes de Europa que anhelan llegar a Santiago de Compostela por el Camino de la Costa. Por lo que caminar junto a ellos/as, puede ser lo habitual, sobre todo en la época estival.
     Recuerdo el de una peregrina de origen inglés, entrada en años (lo de inglesa por las apariencias, pelos de aspecto brujeril y forma de comportarse en el trayecto que compartí con ella –no quiere decir que todas las/os inglesas/es sean así, pero...bueno…a mi me lo pareció–). Resulta que después de rebasarla, bañarme en la cala de Ontón, comer y descansar un tiempo, al darme una vuelta por el pueblo, antes de volver mis pasos de regreso, me la encuentro deambulando por el pueblo, en los alrededores de la iglesia, intentando comunicarse con una nativa del lugar, con mapa en mano, indagando dónde estaba el hotel de El Haya, ya que su intención era hospedarse para pasar la noche y proseguir al día siguiente su particular Camino de Santiago o de la Costa. Para llegar a dicho hospedaje debía volver para atrás, es decir, desandar parte de lo andado. Así de perdida andaba. Todo el santo día para andar tan pocos kilómetros. Está claro que no tenía prisa por llegar a Compostela. Pero esta es una historia que no corresponde al relato del día que estoy narrando, sino más bien pasó unos días después, en el mes de agosto, en la excursión que hice en plan más de “patear”, donde a la vuelta de Ontón, fui testigo también de la estampa de la mujer tumbada a la bartola encima de un coche que, de verdad, si la cámara fotográfica no se hubiera encasquetado hubiera sido la foto del año. ¡Hasta dónde puede llegar la capacidad mental del ser humano! Ver para creer. La imagen no sé qué calificación recibiría, si estrambótica o surrealista, que sobrepasa lo real imaginable. El caso es que mientras el novio tomaba el sol sentado en la silla de verano, la chica –era joven– recibía impasible los rayos del sol tumbada sobre el techo del coche con las piernas abiertas y colgadas sobre el cristal parabrisas. Eso sí, debajo tenía la toalla playera, pues no iba a ser que se “quemase” por los dos lados.
    Y este es el final de la pequeña excursión-paseo –o salida dominguera– que si bien, la alegría de ver la escenificación de los modos de vida de antaño sólo se puede disfrutar una vez al año –este año ha sido la 3ª edición–, el paseo a lo largo de la costa, por el contrario, es posible durante todo el año. Recorrido marítimo que también es apropiado para realizarlo en bicicleta. Sugerencia que muy bien viene para mis paisanos/as de Amurrio y alrededores, pues trasladándose en tren con la bici, pueden apearse del mismo en Portugalete, en Gallarta o –si se prefiere más cerca del lugar a recorrer– bajarse en la estación de Muskiz.
     De todas las estaciones citadas (a unos pocos metros) pasa el bidegorri que enlazándolas, muere en el barrio de La Arena (municipio de Ziérbena) –(el bidegorri de Muskiz lleva directamente a la playa)–, desde donde, a través de la playa de La Arena y atravesando el vistoso puente que salva el río Barbadun en su desembocadura, se llega a Pobeña para iniciar, tras los famosos 120 peldaños de subida, una andadura tranquila y relajante, teniendo de pantalla gigante el horizonte perpetuo del mar Cantábrico, que desde el sillín de nuestra bicicleta no nos abandonará en todo el recorrido. Y hasta Ontón –o hasta Castro Urdiales, si se está con ánimos– ¡Buen viaje! Bidaia on! No olvidar que la vuelta será igual de bonita y gratificante para nuestros sentidos. En total, el kilometraje de ida y vuelta (teniendo como punto de partida y llegada Pobeña) consta de 6 ó 11 km dependiendo de si se va a Covarón o si se alarga hasta Ontón.

A continuación 5 vídeos con imágenes de este día tan bonito, tan entrañable y tan festivo, y si no que se lo pregunten a las tres bellezas que abren esta entrada http://youtu.be/atuzVxLNHr8, http://youtu.be/zVXltaGtwyE, http://youtu.be/jqIgygSVW0E, http://youtu.be/C63HRnBcZEo y http://youtu.be/8VdT0cwWos4


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