La historia de unos bancos siameses
Y allí se quedaron para solaz de los vecinos de Amurrio, sintiéndose parte del pueblo y orgullosos de servir de descanso a los vecinos de su pueblo adoptivo. Pero, no tardaron en aparecer disputas y envidias personales entre ellos por el tipo de personas, la frecuencia o el tiempo que las mismas permanecían sentadas sobre ellos, y no digamos de que si tú tienes mejores vistas, etc.
Enzarzados sin prestar servicio |
Así que el alcalde, ante el cariz que estaba tomando este enfrentamiento entre los bancos siameses, decidió retirarlos de la circulación, defenestrándolos al recinto de las piscinas descubiertas.
Aquí tampoco hubo entendimiento ni hicieron las paces, no cumpliendo las tareas para las que fueron creados, quedando abandonados durante años a su suerte. Hasta que un día el Ayto., tal vez llevado por la clarividencia de algún funcionario, pensó que la solución pudiera venir de la separación de los siameses.
Y así fue. Desde mayo de 2010 los vemos a los cuatro bancos contentos como bancos corridos, esperando que las posaderas de los ciudadanos de su pueblo de adopción tomen acomodo en ellos. Eso sí, en el ocaso de su vida, tras muchos años de no cumplir con la tarea para la que fueron construidos.
A esto se le llamará invertir a futuro pues en su momento, la inversión no cumplió los fines para los que fueron comprados.
Los bancos cara al caserío Azkarraga |
A diferencia de hoy, en que los bancos proliferan por doquier (en sitios insospechados, obstruyendo el paseo cotidiano o como simple objeto decorativo), ayer debían escasear los espacios o lugares donde acomodar dicho mobiliario urbano, de lo que la historia aquí narrada es un claro ejemplo.
NOTA
05-10-2016
Estos bancos, protagonistas de esta
historia, siguen ahí, pero no “cara al caserío Azkarraga” pues ahora habría que
corregir, diciendo que están frente al nuevo ambulatorio que por estas fechas
está siendo levantado en el lugar que, durante algún que otro siglo hasta hoy, ocupaba
el caserío conocido como Azkarraga.
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